A través del lenguaje podemos construir o destruir relaciones.
Lenguaje es comunicar y definir el vínculo. Por ello, el cómo nos comunicamos con otras personas determina en mucho el tono y carácter de las relaciones que podamos establecer y el cómo ha sido la comunicación con nuestro entorno durante la infancia va a definir en gran medida nuestra forma de aproximarnos a los demás, así como la capacidad expresiva y de análisis que podamos desarrollar durante nuestro tránsito vital.
Tradicionalmente, la comunicación de adultos con niños ha sido vertical. El adulto asume un rol directivo, un puesto de mando. El niño pasa a ser el dirigido, el que debe obedecer. De allí que, por lo general, el lenguaje utilizado con los más pequeños suele estar cargado de órdenes, imperativos e instrucciones.
Desde la perspectiva y metodologías de educación y crianza respetuosas proponemos un cambio: el uso del lenguaje no directivo.
Este tipo de comunicación (no directiva) tiene su base en el pensamiento pedagógico de Carl Rogers, psicólogo estadounidense promotor, junto a Abraham Maslow, del enfoque humanista en psicología además de psicoterapeuta muy influyente en el área educativa.
Los postulados de Rogers en su “psicología o terapia humanista” se fundamentan en la confianza en el individuo y su capacidad para cambiar, en la libertad de elección, en su autonomía. Rogers plantea que la libertad es necesaria para que la persona tenga un aprendizaje vivencial, autodirigido y creativo. Las teorías y elementos prácticos propuestos por Rogers dieron origen a su vez a una teoría educativa o pedagogía no directiva, que sustenta algunos modelos educativos y enfoques para acompañar a la infancia. De allí que el lenguaje no directivo sea uno de los pilares de la educación y crianza respetuosa, así como el juego libre y otras iniciativas “centradas en el niño”.
El lenguaje no directivo es sobre todo una forma de trabajar en la comunicación de una forma naturalmente libre de presión. Consiste en comentarios, frases descriptivas y observaciones, que sustituyen las órdenes con los que con frecuencia se comunican los adultos con los niños.
¿Por qué contribuye a fomentar la colaboración y la responsabilidad desde la primera infancia? En primer lugar porque se enfoca en el individuo y el rol que pueda tener en la ejecución de una acción, en lugar de enfocarse en la acción o problema como tal. Un ejemplo: en lugar de decir “ponte los zapatos” (foco en el problema) describir: “veo que te faltan los zapatos” (entonces el razonamiento lógico del niño sería “me corresponde hacer algo”). Por otra parte, el lenguaje no directivo apela a la responsabilidad y compromiso de la persona, a su capacidad de decidir y actuar, ubicándolo en el centro de la acción y no en un rol secundario (“el que obedece”). Usar este tipo de lenguaje desde la infancia conecta con la motivación personal e invita a buscar soluciones de manera autónoma, un aprendizaje útil para la vida entera.
Ventajas de usar el lenguaje no directivo
- La relación se basa en la igualdad (no en la superioridad del adulto), fomentando la apertura y la confianza. El adulto no afirma tener todas las respuestas y el niño siente que su contribución / participación tiene sentido, vale la pena.
- Los conocimientos y puntos de vista implican al niño, al igual que la responsabilidad de su acción y resultados.Las soluciones están directamente relacionadas con las necesidades del niño.
- El niño se siente observado, escuchado y aprecia el esfuerzo que se hace para involucrarlo en la búsqueda de soluciones.
- Durante la etapa de formación / reafirmación de la personalidad (a partir de los 2 años), contribuye a liberar la relación de las tensiones propias de esa fase en la que el niño necesita autoafirmarse, muchas veces negando la autoridad del adulto. A más órdenes, más resistencia.
PAUTAS
- Cuidar el tono de voz. Aunque la frase no sea una orden en sí misma, al gritar o usar un tono imperativo, el sentido de la comunicación cambia.
- Describir en lugar de ordenar (“veo que aún tienes los zapatos de la calle” en lugar de “quítate los zapatos”)
- Preguntar (“Cariño ¿qué te falta en los pies para salir a la calle?” en lugar de “ponte los zapatos”)
- Informar sobre lo que “yo haré” (“voy a servir la cena, que ya está lista” en lugar de “ven a comer”)
- Invitar a la participación (“Me gustaría que pusiéramos la mesa juntos”)
- Ofrecer apoyo, colaboración (“¿Quieres que te acompañe a recoger?”)
- Comenzar las frases con expresiones como:
- Veo que…
- Parece que…
- Me gustaría que…
- Preferiría que…
- Acordar normas de convivencia y apelar a éstas cuando sea necesario (“Cariño, estás gritando” “¡Vaya, te has subido en el sofá con los zapatos puestos!)
- Usar el sentido del humor, la mímica, la comunicación no verbal y gestual. Hacerlo “divertido”.
- Practicar, practicar, practicar….
Confío y espero aportar un enfoque distinto y poderoso a tu comunicación en familia, en general. Ser conscientes de cómo nos comunicamos y lo que esto puede implicar para nuestros seres queridos, para nuestros niños, es el primer paso para un posible cambio en el ambiente y dinámicas familiares.